Los hindúes reconocen tres caminos posibles para llegar al moksha o salvación. El primero es el camino de las obras, o karma yoga. Éste es un camino muy popular de salvación y pone énfasis en la idea de que la liberación puede ser lograda cumpliendo con los deberes propios y familiares y, de esta forma, vencer el peso del karma malo que uno ha acumulado. El Código de Manú detalla muchas de estas reglas. La más importante entre estas reglas son ciertos ritos que son cumplidos en distintas etapas de la vida.
El segundo camino de salvación es el camino del conocimiento, o jnana yoga. La premisa básica del camino del conocimiento es que la causa de nuestra esclavitud al ciclo de renacimientos en este mundo es la ignorancia, o avidya. Según el punto de vista predominante entre los que están consagrados a este camino, nuestra ignorancia consiste en la creencia errónea de que somos seres individuales y no unos con la realidad divina última, llamada Brahman. Es esta ignorancia que hace surgir nuestras malas acciones que dan como resultado un karma malo. La salvación se logra al obtener un estado de conciencia en el que nos damos cuenta de nuestra identidad con Brahman. Esto se logra mediante la meditación profunda, a menudo como parte de la disciplina del yoga.
El tercer y último camino de salvación es el camino de la devoción o bhakti yoga. Este es el camino más elegido por la gente común de la India; satisface el deseo de un acercamiento más emocional y personal a la religión. Es el auto-renunciamiento ante uno de los muchos dioses y diosas personales del hinduismo. Este tipo de devoción es expresado mediante acciones de adoración, puja, en el templo, en el hogar, mediante la participación en los muchos festivales en honor a este tipo de dioses, y mediante peregrinaciones a alguno de los numerosos lugares sagrados en la India. En el camino de la devoción el foco está en obtener la misericordia y la ayuda de un dios para lograr la liberación del ciclo de reencarnación. Algunos hindúes conciben la salvación última como la absorción dentro de la única realidad divina, con una pérdida completa de la existencia individual. Otros la conciben como una existencia celestial en adoración al Dios personal.